Medicina en la Antigua Grecia: de los dioses a Hipócrates
Tuvo la medicina griega inicialmente un fuerte componente religioso y mágico. La enfermedad era enviada por los dioses, y la recitación de fórmulas y los ensalmos eran el camino para lograr la curación. Algunas prácticas elementales fueron sumándose para auxiliar al enfermo en determinadas circunstancias. De esta época inicial, pre homérica, data el grupo de palabras relacionadas con akeo, que significa reparar. De hecho, entre los primeros actos médicos conocidos estaba la sutura de las heridas; akestra es aguja de coser, y akestris partera, la que reparaba los desgarros producidos por el parto. La raíz es la misma que la de akos (remedio) siendo panacea el remedio (akos) que lo cura todo (pan). Y akoé era la curación mediante la recitación de fórmulas.
Esta familia de palabras, que relacionaba a los sastres con los médicos, fue paulatinamente reemplazada por otra, la de iatría que significa arte médica, y iatrós (que es médico, y de donde deriva iatrogenia). Pero nuevamente vemos en el idioma la relación entre medicina y religión: íatra era el salario del médico, pero también la ofrenda que se hacía a un dios para obtener la curación.
También con la medicina se relaciona therapeuo, inicialmente el encargado de cuidar al enfermo como siervo o esclavo. Therapon era el escudero, y therapeuon los cuidados que presta un amigo o servidor, y también los honores que se rinden a un dios. De therapeia, tratamiento médico, obviamente deriva terapia.
Como vemos, el idioma ilustra la fuerte relación existente entre medicina y religión.
El primer filósofo griego que parece haber expresado interés por temas médicos fue Pitágoras de Samos. Creía que, así como los números son pares o impares, todos los fenómenos naturales están constituidos por pares de opuestos. De forma similar opinaba Alcmeón de Crotona: un balance adecuado de condiciones opuestas asegura la salud; cuando se altera esta relación se expresa la enfermedad. Así, por ejemplo, un exceso de calor causa fiebre, uno de frío ocasiona resfríos. Empédocles, cinco siglos antes de Cristo, se presentaba a sí mismo como alguien capaz de rejuvenecer a los ancianos y resucitar a los muertos. Su teoría de los 4 elementos (aire, agua, tierra y fuego), cuya combinación es la esencia de todo lo creado, fue parte integral de la interpretación de los fenómenos naturales y de la medicina durante siglos, y recuerda teorías similares a las que nos referimos al hablar de la medicina china e india.
Pero es claro que al referirnos a la medicina en Grecia una figura reclama toda nuestra atención, y su sombra se proyecta aún sobre nosotros. ¿Existió de verdad Hipócrates? Como en el caso de Homero, no sabemos si fue uno, muchos, o nadie. Quiere la versión oficial que nació en la isla de Cos, hijo de un padre médico y que murió centenario. Vivió en el siglo de Pericles, y fue contemporáneo de Platón, que lo menciona en su diálogo Protágoras. Su genealogía presumía de ilustre, remontándose por parte de su padre hasta el mismísimo Asclepios, dios de la medicina; y por su madre hasta Heracles, cuyo nombre latino era Hércules. El mismo origen de su nombre es oscuro. Hippo en griego remite a caballo, y por extensión a algo grande, y kratos a fuerza o poder; de donde Hipócrates podría significar alguien grande, de mucha influencia.
El cuerpo de su doctrina se transmitió en 60 a 70 textos y ensayos de muchos de los cuales se discute si eran genuinos o falsificaciones. Entre los tratados del llamado Cuerpo Hipocrático el llamado Antigua Medicina es uno de los más representativos. Lo cierto es que la medicina hipocrática, frente a la escuela de Cnido, hacía hincapié en el enfermo, la observación, los hechos y el pronóstico antes que en la enfermedad, la teoría, los sistemas filosóficos y el diagnóstico. La enfermedad no estaba localizada en una parte del cuerpo, todo él estaba enfermo. Y ello surgía del desbalance de los cuatro humores que nos componen: la sangre, la flema, la bilis amarilla y la bilis negra, que corresponden en el microcosmos del cuerpo humano a los 4 elementos de que hablaba Empédocles en el macrocosmos, el universo. La combinación adecuada de los cuatro humores aseguraba la salud. Una mala mezcla (discrasia) implicaba enfermedad. El predominio de cada uno de los humores se traducía también en un temperamento: sanguíneo, flemático, colérico (bilis amarilla) y melancólico (bilis negra). Kholé es bilis, y está en la etimología de cólera y melancolía (melan es negro).
La base de la terapéutica hipocrática consistía en la alimentación adecuada, en respirar aire puro, en restablecer el equilibrio entre los humores. No eran los dioses los causantes de la enfermedad, sino los malos hábitos, la dieta desordenada, el ambiente. Y la capacidad de curación residía en el mismo cuerpo, concentrándose el médico en favorecer este proceso de auto restauración. Mantener el cuerpo limpio y estéril, administrar alimentos adecuados a cada temperamento y enfermedad según su naturaleza eran elementos basales del tratamiento. La enfermedad alcanzaba la crisis, momento en que el destino del paciente se definía: o empeoraba y moría, o el proceso de curación se iniciaba. Algunos han criticado esta postura, tachándola de pasiva, pero entre los más grandes médicos de la historia, Sydenham, Heberden y Osler reinvidicaron su legado.
Queda para el final el juramento hipocrático, que sigue representando la más pura expresión de lo que el médico debe ser y hacer. No sabemos quién o quiénes fueron sus autores. A pesar de atribuírsele a Hipócrates o su escuela, sostienen algunos que en realidad se debe a la escuela pitagórica. Envuelto en el misterio de su origen, todos volvemos a él en alguna de sus versiones, y nos reencontramos con los sentimientos y deseos que nos llevaron a ser médicos, y sentimos casi físicamente, más allá de “Apolo médico, Higeia y Panacea”, lo que la profesión tiene de sagrado.
En la próxima entrega veremos qué lugar ocupó el corazón en las distintas escuelas médicas de la antigua Grecia.
Jorge Thierer
Fuentes consultadas
L M Magner. A History of Medicine. Taylor & Francis Group 2005.
Ivonne Bordelois. A la escucha del cuerpo. Puentes entre la salud y las palabras .Libros del Zorzal, Buenos Aires, Argentina, 2009.
William Haubrich. Medical Meanings. A Glossary of Word Origins. American College of Physicians, Philadelphia, Estados Unidos de América, 2003.