Pandemia COVID-19: ¿Cuál es el efecto de las consultas cardiológicas tardías?

El SARS-CoV-2 puso a la humanidad en retirada. Las autoridades sanitarias aconsejaron a la población que se quedara en su casa mientras se preparaban camas, respiradores y salas especiales para cuidados críticos de pacientes con COVID-19. Pero junto con el creciente número de casos en la Ciudad y la provincia de Buenos Aires, y de contagios del personal de salud, se dispararon los miedos de los pacientes a consultar a los médicos, incluso en casos de urgencia. 

En marzo, cardiólogos de la SAC dieron la voz de alarma: los pacientes habían “desaparecido” de los consultorios y unidades coronarias. Ahora, lentamente, empiezan a volver. Pero lo cierto es que las enfermedades cardiovasculares no se toman vacaciones. Muchos pacientes cardiovasculares empeoraron y otros, acaso, murieron por consultar tardíamente o por no acercarse a un servicio hospitalario. 

Daños colaterales

Mientras la Sociedad Argentina de Cardiología continúa su campaña para que los pacientes consulten en forma presencial o por otros medios a sus médicos, la Sociedad Europea de Cardiologia (ESC, por sus siglas en inglés) dio a conocer los alarmantes resultados de un relevamiento  https://academic.oup.com/ehjqcco/advance-article/doi/10.1093/ehjqcco/qcaa046/5848410 en 141 países: el número de consultas cardiológicas urgentes cayó más del 50% durante la pandemia. Entre los que consultaron por un infarto severo, el 48% lo hizo tardíamente y fuera de la ventana para ser tratados en forma óptima.

“Esta es la evidencia más fuerte hasta ahora del daño colateral causado por la pandemia”, afirma Barbara Casadei, presidenta de ESC. “El miedo a contagiarse de coronavirus significa que aún la gente en el medio de un ataque cardíaco que amenaza su vida está demasiado atemorizada para concurrir al hospital para recibir un tratamiento  que puede salvarles la vida”, agrega la cardióloga nacida en Italia y que hoy ejerce en Gran Bretaña.

“El riesgo de morir de un infarto es mucho mayor (unas 10 veces más) que el de morir por COVID-19”, afirma Casadei. Más aún: la muerte cardíaca puede prevenirse si el paciente llega a tiempo a un centro hospitalario para recibir un tratamiento; en cambio, no hay tratamiento específico todavía para el COVID-19. “Estamos asistiendo a muertes innecesarias”, subraya la reconocida cardióloga europea. 

“Hemos visto una reducción muy grande en la admisión e internación por infartos en el país”, afirma José Luis Navarro Estrada, presidente de la SAC. “Al principio, los hospitales decidieron cerrar los consultorios externos, se postergaron cirugías, se cancelaron turnos  y los pacientes tenían miedo de consultar. Ahora –continúa Navarro Estrada- se están activando nuevamente los servicios de Cardiología porque se comprendió que el daño colateral del COVID-19 fue que se dejó de atender en forma correcta las enfermedades cardiovasculares, que son la primera causa de muerte en el país”.

“Es importante destacar el liderazgo de la SAC en este sentido, que preparó documentos y recomendaciones que contribuyeron a tomar conciencia sobre el riesgo altísimo de posponer la atención y los estudios cardiológicos de los pacientes”, subraya Navarro Estrada. 

La situación en la Argentina

 “Hemos observado una caída muy significativa en la atención de infartos en nuestro hospital, que está actualmente abocado a la atención de pacientes COVID-19 con enfermedad severa y media”, confirma Juan Gagliardi, Jefe de la División Cardiología del Hospital Argerich. 

Es cierto que en este centro se suspendió totalmente la atención con turnos programados, pero continúa funcionando un consultorio cardiológico de demanda espontánea y se hacen estudios cardiológicos de urgencia, además de algunas angioplastias y TAVI. “Hacemos un seguimiento telefónico de los pacientes y les pedimos que vengan si tienen síntomas, pero mucha gente tiene miedo”, dice el asesor del Área de Investigaciones de la SAC. “Lo bueno es que en los hospitales públicos de la Ciudad tenemos historias electrónicas y los pacientes pueden ir a los Centros de Salud más cercanos a sus domicilios para hacer consultas y buscar su medicación”, agrega Gagliardi, quien aclara que hasta el momento no se han visto complicaciones cardíacas en pacientes COVID-19 en su hospital, donde la Unidad Coronaria no recibe por el momento pacientes infectados con SARS-COV-2.  

Por su parte, Carlos Tajer, ex presidente de la SAC, confirma la preocupante tardanza en las consultas por infartos y la disminución de aproximadamente un 50% en la internación en las Unidades de Cuidados Intensivos Cardiovasculares de hospitales públicos y privados a partir de la instauración de la “cuarentena” (20 de marzo de 2020). “Los pacientes llegan mucho más tarde, no consultan y no hay otra posibilidad de que aumente la mortalidad domiciliaria, por lo menos de las cardiopatías”, señala el jefe de Cardiología del Hospital El Cruce, en la provincia de Buenos Aires.

“Con la gente en sus casas sin consultar al médico, es como si se hubiera retrotraído el tratamiento del infarto 60 años, a antes de que hubieran Unidades Coronarias”, compara Carlos Barrero, ex presidente de la SAC y jefe de Cardiología de la Clínica Bazterrica y la Clínica Santa Isabel. “Si la curva del miedo se prolonga, podemos perder lo que hemos ganado en disminución de mortalidad cardiovascular durante los últimos 20 años”, advierte Barrero, quien estima que se podría producir un exceso de 400 muertes por mes y unas 4.000 muertes cardiovasculares más en 2020 que en el año previo. 

Según datos del programa Stent a Life en la Argentina, la disminución más dramática de intervenciones hemodinámicas para tratar infartos con elevación del ST se produjo en marzo pasado, luego de la declaración del aislamiento social preventivo y obligatorio en todo el país. En mayo, las intervenciones y consultas por IAMCEST parecen haber empezado a recuperarse, especialmente en zonas del país donde no hay transmisión comunitaria.

Miedo a consultar

“Hay que tener en cuenta los miedos de los pacientes a contagiarse cuando van a un hospital”, subraya Barbara Casadei. “Ellos necesitan que se les asegure que los riesgos para pacientes que se presentan con infartos o ACV han sido minimizados”. 

Coincide José Luis Navarro Estada. “Es importante que la población sepa que los centros hospitalarios están preparados para proteger al paciente, que hay áreas separadas para atender a pacientes COVID y no COVID, y que hay suficientes elementos para la protección del personal de salud. En la mayoría de las Unidades Coronarias se testea a los pacientes y en la mayoría de los centros hospitalarios se hacen todos los estudios diagnósticos -como Holter, ecocardiogramas y otros- con altos estándares de seguridad”, explica el presidente de la SAC.  

Los cardiólogos utilizan cada vez más la telemedicina para comunicarse con sus pacientes y, en caso necesario, les indican que hagan una consulta presencial. “El sistema de salud no está sobrepasado”, enfatiza Navarro Estrada. “Es importante consultar en forma urgente a un médico ante un súbito dolor de pecho o en el brazo, falta de movilidad o sensibilidad en una parte del cuerpo, desmayos, palpitaciones nuevas, dificultades para respirar y otros síntomas de infarto o ACV”, recomienda el presidente de la SAC.

“Si la gente ha estado yendo a supermercados sin que se produjeran brotes, no veo por qué no podrían ir al médico con todos los protocolos de bioseguridad que se cumplen actualmente en centros hospitalarios y consultorios”, reflexiona Carlos Barrero. “En este caso, paradójicamente, ´quedarse en casa´ puede ser letal. El miedo no tiene que impedir consultar y recibir un tratamiento adecuado”, concluye el cardiólogo de la SAC.

Por Alejandra Folgarait

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