CONSERVE Trial: ¿La Angiotomografía coronaria puede servir para ahorrar recursos y estudiar solo a aquellos que realmente lo necesiten?
En el escenario del paciente estable con síntomas compatibles con enfermedad coronaria, resulta difícil poder predecir con exactitud (tanto clínicamente como con métodos de apremio) qué pacientes presentan enfermedad coronaria significativa como causa de sus síntomas. Este estudio plantea otro uso de una herramienta ya conocida: la angiotomografía coronaria (angioTC). De allí su originalidad. Más allá del campo al que se la ha confinado en los últimos años para descartar enfermedad coronaria en pacientes con bajo pretest, en este estudio se plantea que puede ser útil para evitar la intervención inapropiada y realizar cinecoronariografía (CCG) en aquellos pacientes pre-seleccionados que realmente la necesiten. Es decir que se plantea una estrategia de estudio guiada por angioTC en pacientes con angina estable, denominada “CCG selectiva”.
El estudio CONSERVE evaluó la eficacia, seguridad y costo-efectividad de esta estrategia selectiva frente a la estrategia de “CCG directa” (sin estudio tomográfico previo). Se trató de un estudio prospectivo, multicéntrico y controlado, que incluyó a 1.503 pacientes con angina estable y sospecha de enfermedad coronaria, con indicación de CCG no urgente. A 823 pacientes se les realizó una angioTC primero y CCG en el caso de que el grupo tratante lo decidiera y a 808 pacientes se les realizó CCG directamente.
Se evaluó como punto final primario la incidencia de eventos cardiovasculares mayores. Asimismo, se evaluó la costo-efectividad y la seguridad de la estrategia selectiva vs. CCG directa.
No hubo diferencias estadísticamente significativas en las características basales de ambos grupos. No se observaron diferencias en la incidencia del punto final primario a 12 meses entre ambas estrategias (4,6% en ambas ramas, p = 0,99). Sin embargo, la estrategia selectiva, guiada por AngioTC, redujo la tasa de angiografía coronaria invasiva en un 78% (22% frente a 100%, p<,001), la revascularización en un 41% (10% vs 17%, p<,001), y los costos cardiovasculares en un 50% (p<0,001).
Como principales limitaciones del estudio, se encuentra la baja tasa de eventos que presentaron los pacientes (de cualquier modo, se trataba de pacientes estables en los que ello era esperable). Por otra parte, se podría haber evaluado y comparado una estrategia de tratamiento médico sin intervención, válida en este grupo de pacientes.
Este estudio es interesante ya que aborda un uso distinto al que se le da actualmente a la angiotomografía coronaria. Y aporta evidencia con suma utilidad en la práctica diaria. Esta información podría ser útil para reducir costos y el uso excesivo e indebido de la CCG en este grupo de pacientes.
Dr. Gabriel Nicolás Paredes